Me gusta denominarme malamadre.
Lo digo con orgullo e incluso presumo de ello en alguna camiseta. ; )
No porque no cuide de mis hijos, si no porque creo firmemente que para poderlo hacer bien, primero tengo que cuidarme a mi.
Soy lo más importante de mi vida.
Aunque nos educan a pensar lo contrario (bien sumisas) y puede sonar egoísta, tengo claro que no lo es. Justamente para dar lo mejor de mi, tengo que sentirme bien y valorarme.
Quiero desterrar esa creencia de “darlo todo por nuestros hijos, por los demás y dejarte a ti para la última opción”.
Esto se traduce por ejemplo en:
– comer las sobras y siempre frías,
– ducharte y vestirte cuando tendrías que estar saliendo por la puerta,
– no poder desahogarte con tu pareja o tus amigas, porqué tus hijos requieren de tu atención y no te dejan hablar.
Y un largo etcérera…
¿Te ha pasado, verdad?
Dentro de este camino de ser cada día un poquito mejor en todas nuestras facetas, he empezado a colaborar con el club de las malasmadres.
De momento te dejo dos artículos que te pueden ser de utilidad, si también eres una malamadre:
- Sobre visibilizar nuestro trabajo y pone en valor este esfuerzo titánico que estamos haciendo estos días de confinamiento (añadido a la sobrecarga habitual):
- Sobre cómo estirar el tiempo para ser más productivas y tener un ratito para malamadrear y cuidarnos:
Espero que disfrutes de la lectura.
Y tú, cuéntame. ¿Te consideras malamadre?