El efecto Pigmalión es otro de estos efectos que también encuentro interesante, básicamente habla sobre el sesgo de la expectativa. Dice que las expectativas que tenemos sobre las personas y sobre cómo pueden ser las relaciones con ellas, influyen de manera decisiva en cómo éstas llegan a desarrollarse en realidad.
Es parecido al efecto placebo que constata que el 50% del efecto de los medicamentos se debe a la expectativa de la persona a que estos vayan a funcionar. Lo que confirman los estudios es que si tú tienes altas expectativas de alguien o algo, esto mejora tu actitud, tu forma de relacionarte con esa persona e inconscientemente creas más estímulos para cumplir estas expectativas.
En la obra teatral Pigmalión de George Bernard Shaw (que da nombre a este efecto), el personaje de Eliza dice: “Verá usted, aparte de las cosas que cualquiera pueda aprender, la diferencia entre una dama y una muchacha vendedora de flores no está en su manera de comportarse, si no en la forma de cómo se la trata. Yo siempre seré una florista para el profesor Higgins porque siempre me trata como una florista, y para usted siempre seré una dama, porqué usted me trata como una dama y siempre lo hará.”
Un famoso experimento de la universidad de Harvard de Rosenthal y Jacobson constata este hecho. El experimento consistía en realizar a un grupo de alumnos un test de inteligencia y sin consultar los resultados se informó a los profesores que un 20% de los niños (elegidos al azar) tenían potencial y que se esperaba que mejorasen mucho durante el curso. Al final de curso los alumnos volvieron a realizar el mismo test ¿Y qué pasó? Pues los niños con supuesto potencial, habían avanzado mucho más que los otros. Los profesores se sorprendieron cuando les contaron la trampa, y aunque querrían haber tratado todos los alumnos por igual, admitieron que había una relación entre las expectativas de los profesores y los rendimientos de los alumnos. Inconscientemente, los alumnos que les habían dicho que tenía potencial, habían recibido más ayuda de sus profesores, más motivación, era tratados más amablemente y esto provocaba que los niños se animaran a dar respuesta de mejor calidad.
Esto es conocido por todos en el efecto inverso con la frase: ¡es que el profe me tiene manía! Si tus expectativas son que alguien te tiene manía o que le caes mal, seguramente aunque no seas consciente estarás contribuyendo a que esto suceda.
Se puede aplicar a cualquier ámbito: qué expectativas tienes sobre la relación con tu pareja, qué esperas de la relación con tus amigos, con tu jefe, con tus compañeros,… Es interesante hacer un repaso y ser consciente que si sustituyes una expectativa negativa por una de positiva, estarás contribuyendo a que esta suceda.
Una forma de fomentarlo es buscar forzosamente motivos que hagan que las expectativas que tienes de esa persona mejoren. Por ejemplo fijarte en lo que hace bien tu proveedor, o tu pareja o tu amigo,… Toma consciencia de ello. Esto hará que mejore la expectativa que tienes y puede influir en que vuestra relación mejore o los resultados de esa persona sean mejores, porqué aunque no lo hagas conscientemente, le tratarás diferente.
No se trata de obsesionarse en tener buena relación con todo el mundo. Simplemente busca qué personas son relevantes para ti, personal y profesionalmente, y contribuye gracias al efecto Pigmalión que vuestra relación sea mejor.
¿Qué expectativas tienes sobre las relaciones con las personas de tu entorno?